Iniciamos hoy la publicación de inspirados textos de San Luis María Grignion de Montfort (1673-1711) sobre la indispensable devoción a Nuestra Señora, tan necesaria para nuestra santificación y salvación Dice el gran doctor mariano San Luis María Grignion de Montfort, en su incomparable Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen: “Confieso con toda la Iglesia que, siendo María una simple criatura salida de las manos del Altísimo, comparada a la infinita Majestad de Dios, es menos que un átomo, o mejor, es nada, porque sólo Él es El que es (Ex. 3, 14). Por consiguiente, este gran Señor, siempre independiente y suficiente a sí mismo, no tiene ni ha tenido absoluta necesidad de la Santísima Virgen para realizar su voluntad y manifestar su gloria. Le basta querer para hacerlo todo. Afirmo, sin embargo, que dadas las cosas como son, habiendo querido Dios comenzar y culminar sus mayores obras por medio de la Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará jamás de proceder; es Dios, y no cambia ni en sus sentimientos ni en su manera de obrar. [...] La forma en que procedieron las tres divinas personas de la Santísima Trinidad en la Encarnación y primera venida de Jesucristo, la prosiguen todos los días de manera invisible en la Santa Iglesia y la mantendrán hasta el fin de los siglos en la segunda venida de Jesucristo. [...] La gracia perfecciona a la naturaleza, y la gloria, a la gracia. Es cierto, por tanto, que Nuestro Señor es todavía en el cielo Hijo de María, como lo fue en la tierra y, por consiguiente, conserva para con Ella la sumisión y obediencia del mejor de todos los hijos para con la mejor de todas las madres. [...] * * * Si Moisés, con la fuerza de su plegaria, contuvo la cólera divina contra los israelitas en forma tan eficaz que el Señor, altísimo e infinitamente misericordioso, no pudiendo resistirle, le pidió que le dejase encolerizarse y castigar a ese pueblo rebelde, ¿qué debemos pensar, con mayor razón, de los ruegos de la humilde María, la digna Madre de Dios, que son más poderosos delante de su Majestad que las súplicas e intercesiones de todos los ángeles y santos del cielo y de la tierra? [...] Dios Padre quiere formarse hijos por medio de María hasta la consumación del mundo, y le dice: In Jacob inhabita - “Pon tu tienda en Jacob” (Eclo. 24, 13); es decir, fija tu morada y residencia en mis hijos y predestinados, simbolizados por Jacob, y no en los hijos del demonio, los réprobos, simbolizados por Esaú. Así como en la generación natural y corporal concurren el padre y la madre, también en la generación sobrenatural y espiritual hay un Padre, que es Dios, y una Madre, que es María. Todos los verdaderos hijos de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre. Y quien no tenga a María por Madre, tampoco tiene a Dios por Padre. Por esto los réprobos como los herejes, cismáticos, etc., que odian o miran con desprecio o indiferencia a la Santísima Virgen no tienen a Dios por Padre aunque se jacten de ello, porque no tienen a María por Madre”.
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Y Jesús miró a San Pedro… |
María es la tesorera de todas las gracias divinas El que desee gracias debe recurrir a María; y el que recurre a María debe estar seguro de obtener las gracias que desea. Feliz se juzga aquella casa que es visitada por alguna persona real, ya por la honra que en esta visita recibe, ya por las ventajas que después espera... | |
De la Devoción a la Virgen María (II) Continuando con la explanación tomada de la obra de San Luis María de Montfort, se sustenta la necesidad de tener devoción a Nuestra Señora. Sólo así llegaremos a tener un verdadero amor a nuestro fin último: Jesucristo... | |
El Dogma de la Asunción «La Iglesia se apresura lentamente», dice un adagio referente a la sabia y majestuosa calma con que la Esposa de Cristo va explicitando su doctrina a través de los siglos. Así, pasaron casi dos mil años para que proclamara en 1950, durante el pontificado del Papa Pío XII, el dogma de la Asunción de María a los Cielos. Dios podía, quería, luego lo hizo... | |
De la Devoción a la Virgen María (IV) Además de San Luis María Grignion de Montfort, otro gran doctor de la devoción mariana fue San Alfonso María de Ligorio (1696-1787). A continuación trascribimos algunos trechos de su monumental obra «Las Glorias de María»... |
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