Estimados amigos: En nuestra época, tan impregnada de materialismo y ateísmo, se busca evitar el recuerdo de la muerte, aunque sea la única cosa que con toda seguridad algún día nos ocurrirá. Hasta nos causa cierto temor hablar de ella, y cada vez más se pretende eliminar los aspectos trágicos, desgarradores y tristes de la muerte. En oposición a esta tendencia, la Santa Iglesia nos recuerda la existencia de una vida eterna después de la muerte. Incentiva a los fieles a meditar en los “novísimos del hombre” —muerte, juicio final, cielo e infierno— y sabiamente nos aconseja: “En todas tus obras, acuérdate de tus novísimos, y jamás pecarás” (Eclo 7, 40). Como madre, la Iglesia se asocia a nuestras lágrimas, consuela a sus hijos por la pérdida de un ser querido y pide el mayor respeto por los difuntos. Debemos, pues, atender a sus funerales, sepultar dignamente sus restos mortales, visitar y dar el pésame a las familias; rezar, ofrecer sacrificios y asistir a la misa en sufragio de sus almas, para que pronto sean liberadas de las penas del Purgatorio y conducidas al cielo. Por ocasión del Día de los Difuntos, reproducimos en esta edición unas oportunas consideraciones de Plinio Corrêa de Oliveira sobre el luto —las costumbres tradicionales, las honras fúnebres, las manifestaciones y la concepción cristiana del luto— y cómo esos valores están siendo olvidados y abandonados, debido al concepto materialista de vivir como si nunca fuésemos a morir. Deseándoles una provechosa lectura, pido a la Sagrada Familia que nos conceda a todos la gracia de una buena muerte. Y pido también que aumente en nosotros la esperanza de la resurrección, conforme lo reafirmamos en el Símbolo de los Apóstoles: “Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna. Amén”. En Jesús y María, El Director
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![]() Conmemoración de los Fieles Difuntos(2 de Noviembre) ¡Por la misericordia de Dios, descansen en paz! |
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Jesús perdona a la Magdalena María Magdalena pertenecía a una rica familia de Betania. Tenía un hermano llamado Lázaro, y una hermana llamada Marta, ambos de mucha virtud. Ella, sin embargo, se dejó alucinar por el mundo y se volvió una pecadora pública. Movida por la gracia divina, fue a pedir perdón de sus culpas al Salvador... |
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La Iglesia no puede renunciar al deber de juzgar Las materias más graves de la legislación, del comercio, de las finanzas, de la administración, de la diplomacia se tratan y se resuelven casi siempre sin que la Iglesia articule la menor observación…... |
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Jesús aparece a los apóstoles Los apóstoles sabían por boca de muchos que Jesús había resucitado, pero todavía no le habían visto. Llenos de miedo, con las puertas cerradas, estaban en el Cenáculo hablando de él con los demás discípulos... |
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Reminiscencias a la espera de un resurgimiento El castillo de Montemor-o-Velho —con sus murallas coronando la montaña, teniendo a sus pies a la villa, próxima al río Mondego, en la planicie final que conduce al mar— constituye un ejemplo entre tantos de la vocación guerrera que marcó a Portugal desde el comienzo de su existencia como nación cristiana... |
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El martirio de las dieciséis carmelitas de Compiègne Al conmemorarse 230 años de su glorioso martirio, Tesoros de la Fe ofrece a sus lectores una resumida historia de la epopeya religiosa de estas insignes carmelitas, cuya inmolación tuvo lugar el 17 de julio de 1794... |
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